sábado, 13 de febrero de 2010

SI NO EDUCAMOS AL SOBERANO...

El fracaso de la Democracia es haber perdido el encanto de lo prohibido. No entusiasmar a participar. Cuando hacer política estaba vedado y condenado, hacíamos política, a pesar de los milicos. Hoy ni ateneos, unidades básicas o comités son cuna de ansiosos nuevos dirigentes y nido de viejos maestros curtidos en experiencias. No se forman dirigentes, sino punteros de la dadiva. A la deriva, la otrora “juventud maravillosa” invierte tiempo y charlas en autobombo cibernético o la apología del nabo que paga. Ser paganini de la corte de garroneros –de ratings, de champagne, de fotos,- por algún pobre tipo con plata, deportista, narco o chocolatero, ahora no causa más risas irónicas, es “cool”. La decadencia del Hombre Light Subdesarrollado no permite derramar ejemplos dignos sobre nadie y menos sobre la masa de descerebrada por el paco, la pobreza y la ignorancia. ¿Cuanto contribuye a ello que los profesionales del conocimiento no asuman su papel en esta situación y se conformen con ser “trabajadores-huelguistas de la educación”? Desconocen el papel que juegan para salir del estancamiento y frustración nacional simplemente cumpliendo su deber: EDUCANDO. Deberían ser el faro que marque el rumbo y advierta por donde no se puede avanzar, sin pagar terribles costos. Tal vez, haya que importar maestras al estilo de Sarmiento, cuando llevo a la Argentina a niveles lideres en la educación mundial y traer políticos de Nueva Zelanda. Padres, como los que escasean, es más difícil conseguirlos. EL HUARPE

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