jueves, 1 de diciembre de 2011

Un jardin de eternos infantes.

En el campo empresarial, el militar, se estudian y valoran las historias. Se analizan las gestiones para sacar conclusiones y aprender de ellas, buscando más eficacia en resultados futuros. Se han evitado así muchas derrotas y obtenido muchos triunfos y éxitos. En nuestra política y nuestra educación –ramas fundamentales para la vida institucional y social- no sucede lo mismo. Como si hubiésemos perdido una capacidad lectora de la realidad no se leen señales de aviso, pasan cosas y mucho después reaccionamos ¿Es por falta de inteligencia? Más bien creo en una capacidad no enseñada de negación y autoengaño, por no advertir las causas y consecuencias de los hechos. Un pensamiento mágico que explicaría lo inexplicable, obviando la tarea del análisis de la gestión. Y eximiéndonos de culpas y mas importante aun, de responsabilidades. Si bien ambas son relevantes, la culpa siempre es pasado, ya sin modificación, en cambio la responsabilidad habla también de futuro, avisándonos que si repetimos errores caeremos en el mismo hoyo. ¿Quién ignoraba los defectos de De la Rua –demostrados en una larga carrera política y en el desmadejo de la capital- y sin embargo lo voto para presidente? Hay miles de ejemplos como este y sin embargo, reincidimos votando inocultables corruptos. Mientras no llamemos a las cosas por su nombre, aunque duela y exija correcciones personales, seguiremos en este pre escolar llamado Argenzuela. EL HUARPE

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