¿LA DUDA ES LA JACTANCIA DE LOS INTELECTUALES
(ALDO RICO) O LA EVIDENCIA DEL QUE NO SABE?
¿Notaron algo en nuestra Historia Nacional? Una constante
en distintos gobiernos y su relación con la ciudadanía. No importa el signo ideológico,
no importa si es civil o militar, no importa si asume con elecciones, con
golpes civiles o militares, con entornos caóticos u ordenados, todos siguen el
mismo patrón. A las intenciones programáticas o declamadas del comienzo,
comenzando el desarrollo del mismo y confrontando con las situaciones reales se
van apartando de aquellas declamadas promesas. Incluso negociando –rebajando-
aspiraciones y cediendo posiciones como si chocaran contra un muro. Menem lo resumió
en su consigna “síganme, no los voy a defraudar”. Pues sí, no solo defraudo
sino que cambio totalmente el rumbo, y no fue el único. Pasaron así “manos
limpias”, “orden y desarrollo”, procesos para la reorganización nacional, revolución
argentina, revolución libertadora todos quedaron desvirtuados cayendo
precisamente en sus opuestos. Ni libertad, ni argentinización, ni reorganización
y mucho menos aniquilar la subversión empardan con desarrollos, manos limpias,
democracias que curan, que alimentan y que educan, revoluciones productivas e
inclusiones y derechos humanos.
Incapacidad o facilismo irresponsable, corrupción o debilidades han
jalonado décadas de desgobiernos que destruyen ilusiones en los mismos que los
apoyaron o votaron, que pasan a ser sus principales opositores. Hay nuevos
actores últimamente: corrupción y narcotráfico sin límites a la vista, agravan
el cuadro. La corrupción viste variados ropajes, no solo económico financiero,
mordiendo la excelencia educativa, las costumbres y urbanidad en el trato, la
anomia generalizada, la negación del trabajo y el esfuerzo como medio de
progreso personal y familiar, el abandono del respeto a mayores, niños y
mujeres, la reversión de escalas de valores, el desconocimiento de obligaciones
para luego tener derechos. El narcotráfico y la desnutrición cierran pinzas
sobre las familias, negando la capacidad cognitiva y el raciocinio, acercándonos
al planeta de los simios. Un político debe tener un currículo no un prontuario, y presentar un plan completo
con objetivos a cumplir, mostrando como hacerlo y con quienes. Debe contarse
con los grandes ausentes en las administraciones actuales: eficaces controles
de gestión, permanentes y en manos de idóneos. La palabra debe ser un vehículo,
no un fin en sí mismo. La Biblia dice que al árbol se lo reconoce por sus
frutos, como a los hombres por sus acciones y a los gobiernos por sus obras. EL
HUARPE